Minúscula,
Barcelona (2010) 103 págs. Traducción: Selma Ancira.
Ivan Alexandrovich Goncharov (Simbirsk,
1812 – San Petersburgo, 1891), es un escritor ruso que se colocó entre los
primeros con su célebre Oblomov, publicada en 1859, que tardó diez años en
escribir y que sin duda es una de las grandes novelas de la literatura rusa.
Goncharov también escribió novela corta y cuentos y entre ellos se encuentra “El
mal del ímpetu”, relato breve pero muy sustancioso, escrito en 1838.
La novela comienza preguntando: “¿Han
leído ustedes, muy señores míos, o por lo menos han oído hablar de ese extraño
mal que antaño padecieron los niños tanto en Alemania como en Francia y que no
tiene nombre ni ha quedado registrado en los anales de la medicina?”. Y así nos
introduce para que comprendamos la enfermedad que aqueja a los exquisitos Zurov
y que va a ser relatada por el amigo de la familia Filip Klimovich. Los Zurov
viven en San Petersburgo, son una familia bien situada económicamente y culta;
su casa durante el invierno está abierta a tertulias, se escucha música y se
lee. Todos son bien recibidos.
Pero al llegar el buen tiempo, sufren una
profunda transformación y son presa de una vitalidad tal, que les empuja a salir
al campo a contantes excursiones, a un no parar, una especie de locura que les
lleva hasta descuidar su salud y olvidarse de comer. Todos desde la abuela
hasta los más pequeños se ven arrastrados por esa “seducción diabólica” (pág
52), como la llama Klimovich, que es el mal del ímpetu: un querer sacarle todo
el jugo a la vida y a la naturaleza.
En el otro extremo está Nikon Ustínovich,
al que va a consultar el narrador sobre la familia y que es un perezoso y
glotón personaje, rico ucraniano, que vive permanentemente en la cama y que
recuerda mucho a Oblomov.
El relato es hilarante, con momentos de
verdadera risa y con unos personajes de todas las edades que están
magníficamente retratados. Destaca la excursión esperpéntica y divertidísima en
la que se ve envuelto Klimovivh. Y todo esto en un clima narrativo totalmente
ruso.
No hay duda de que estamos ante una
sátira, pero que no deja de tener actualidad, ante el peligro de los excesos y
también de ese activismo tan propio de la sociedad contemporánea y que lleva a
perder el sentido del equilibrio ante una actividad apasionada y desenfrenada
Breve narración, muy rusa, divertida,
relajante y que nos llevará a degustar la auténtica literatura rusa.
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