jueves, 5 de septiembre de 2013

La segunda vida de Viola Wither

Stella Gibbons
Impedimenta, Madrid, 2013, Págs. 453. TO: Nightingale Wood. Trad: Laura Naranjo y Carmen Torres García.

Stella Gibbons (1902-1989) es ya muy conocida por su novela La hija de Robert Poste, que tanto
sorprendió, pero luego aparecieron otros títulos (Navidades en Cold Comfort Farm, Flora Poste y los artistas y Westwood) que han consolidado su valor literario, con historias bien construidas y con personajes sólidos y excelentemente descritos. Ahora volvemos a una novela con personajes femeninos, mezcla de romanticismo, ironía, humor fino y crítica, que es donde se encuentra a gusto la autora.
La protagonista es Viola, jovencísima viuda del hijo mayor de una familia de pequeños burgueses rurales y que decide irse a vivir con ellos, en parte porque no tiene familia ni dinero para vivir por su cuenta y en parte porque sus suegros consideran que es lo socialmente correcto. Se instala en The Eagles, la casa familiar de los Wither y se encuentra inmersa en una tediosa y cansina vida, con dos suegros aburridos y preocupados por el dinero y las apariencias y dos cuñadas, Madge y Tina, solteronas, mayores y con pocas perspectivas. Todavía hay más mujeres, una amiga de Viola, sus antiguas compañeros de trabajo, la prometida de Victor Spring y sobre todo Hetty, sobrina de los Spring, vecinos de los Wither, nuevos ricos y con un hijo casadero, Victor, añorado por todas las mujeres de los contornos y lógicamente por Viola. Cada una de estas mujeres es un tipo, una personalidad, una manera de ver la vida desde un prisma femenino variado y dispar.

 En una sociedad en la que todo parece tranquilo, con la llegada de Viola, se disparan los anhelos de sus cuñadas y se va a provocar un cambio absoluto en la vida de The Eagles, que quizá está simbólicamente representado en el incendio que sufrirá la casa. Lo mismo ocurrirá en la casa de los Spring.
Una vez más, Gibbons, crea un cuadro armonioso, donde poco a poco el movimiento va acelerándose y el lector participa de ello a través de las mujeres que son las que dominan toda la escena. A lo largo de la novela se van completando los itinerarios vitales de cada una con soluciones quizá entrevistas por el lector, pero desarrolladas de forma que no queda ningún cabo suelto.
Hay un fondo de exaltación de la mujer, de su independencia, un incipiente feminismo, propio de la época, pero defendiendo los modelos clásicos establecidos y sobre todo el matrimonio y la familia. A la vez es una novela romántica, cargada de ironía desde los mismos nombres de los personajes hasta la descripción de situaciones y fiestas.

Escrita en un lenguaje moderno, con una descripción sobria de los paisajes, realista, con diálogos ponderados que le dan un gran encanto. Aunque comienza con lentitud y puede hasta exasperar, va introduciendo poco a poco al lector en una narración que se va haciendo agradable e imprescindible, hasta llevarle al final con gusto.