Planeta, Barcelona, 2013, Págs. 345
En un momento en que son tan numerosas
las novelas de todo tipo, es difícil distinguir lo que vale la pena, lo que
aporta algo nuevo. Y esta es la gran noticia, esta novela, aporta algo nuevo,
fresco, bello, distinto y sí merece la pena leerla. Ha aparecido sin ningún
despliegue editorial, sin que la autora, por otra parte novel y desconocida,
acompañe a los Medios en una gira o dé una copiosa comida con rueda de prensa incluida.
Natalia Sanmartin Fenollera es una
periodista joven que ha publicado una novela-cuento cautivadora y llena de
encanto. Es su primera novela y consigue a lo largo de 300 páginas, con una
historia sencilla, plantear y responder cuestiones vitales y culturales que en
la sociedad actual muchos tienen en la cabeza conscientemente y otros se las plantean,
aunque nada más que sea superficialmente.
Prudencia
Prim, bibliotecaria cargada de títulos y paladín de la cultura moderna, está
cansada de la vida que lleva y se presenta a una oferta de trabajo singular que
consiste en ordenar una importante biblioteca particular, pero debiendo salvar
el requisito de no poseer títulos. Se dirige a la entrevista en San Ireneo de
Arnois, pueblo singular utópico y muy atractivo y allí se encuentra con el
llamado “hombre del sillón”, experto en lenguas y con una cultura enciclopédica
y profunda, que es el contratante. Paradójicamente es aceptada y se traslada a
la casa. Pero la mansión también es singular: en ella viven unos niños,
sobrinos huérfanos del “hombre del sillón” que son educados directamente por él
sin ir a la escuela, pero dotados con unos amplios conocimientos del mundo
clásico y con una cultura memorística impresionante. A partir de esta línea se
desarrollan unos principios sobre la enseñanza y la educación, críticando
sutilmente pero de modo eficaz los métodos actuales y sus pobres resultados. La
señorita Prim
queda deslumbrada con ellos y se le plantean los primeros
interrogantes. El resto de los habitantes del pueblo tienen una forma de pensar
y actuar que también llenan de una perplejidad admirativa a Prudencia.
Poco a
poco se van tambaleando las posiciones intelectuales de la señorita Prim, la
sencillez educada de los razonamientos puede más que su enrevesada soberbia
intelectual. Las discusiones con el Señor del Sillón tienen interés no solo por
los temas sino como maneja a su bibliotecaria con un fino conocimiento de la
psicología femenina.
Los
grandes momentos transcurren junto a una mesita degustando un café, un te o un
chocolate y unos excelentes pasteles o bizcochos, que son la manifestación
simbólica de las vidas apacibles y gozosas de los habitantes de San Ireneo de
Arnois.
Todos
los temas vitales tienen un lugar en la novela: la educación, el amor, el
matrimonio, el feminismo, la religión, las virtudes olvidadas y son tratados
sin empalagos, sin moralinas, con racionalidad y sentido común.
Literariamente
es un homenaje a la gran literatura inglesa del siglo XIX y XX y a los
clásicos, escrita con un lenguaje cuidado, asequible y fluido. Agradable y
relajante, es sin duda una gran apuesta como ha demostrado la gran cantidad de
editoriales que se han interesado por ella.