sábado, 18 de mayo de 2013

El despertar de la señorita Prim

Natalia Sanmartín Fenollera
Planeta, Barcelona, 2013, Págs. 345

En un momento en que son tan numerosas las novelas de todo tipo, es difícil distinguir lo que vale la pena, lo que aporta algo nuevo. Y esta es la gran noticia, esta novela, aporta algo nuevo, fresco, bello, distinto y sí merece la pena leerla. Ha aparecido sin ningún despliegue editorial, sin que la autora, por otra parte novel y desconocida, acompañe a los Medios en una gira o dé una copiosa comida con rueda de prensa incluida.
Natalia Sanmartin Fenollera es una periodista joven que ha publicado una novela-cuento cautivadora y llena de encanto. Es su primera novela y consigue a lo largo de 300 páginas, con una historia sencilla, plantear y responder cuestiones vitales y culturales que en la sociedad actual muchos tienen en la cabeza conscientemente y otros se las plantean, aunque nada más que sea superficialmente.
            Prudencia Prim, bibliotecaria cargada de títulos y paladín de la cultura moderna, está cansada de la vida que lleva y se presenta a una oferta de trabajo singular que consiste en ordenar una importante biblioteca particular, pero debiendo salvar el requisito de no poseer títulos. Se dirige a la entrevista en San Ireneo de Arnois, pueblo singular utópico y muy atractivo y allí se encuentra con el llamado “hombre del sillón”, experto en lenguas y con una cultura enciclopédica y profunda, que es el contratante. Paradójicamente es aceptada y se traslada a la casa. Pero la mansión también es singular: en ella viven unos niños, sobrinos huérfanos del “hombre del sillón” que son educados directamente por él sin ir a la escuela, pero dotados con unos amplios conocimientos del mundo clásico y con una cultura memorística impresionante. A partir de esta línea se desarrollan unos principios sobre la enseñanza y la educación, críticando sutilmente pero de modo eficaz los métodos actuales y sus pobres resultados. La señorita Prim
queda deslumbrada con ellos y se le plantean los primeros interrogantes. El resto de los habitantes del pueblo tienen una forma de pensar y actuar que también llenan de una perplejidad admirativa a Prudencia.
            Poco a poco se van tambaleando las posiciones intelectuales de la señorita Prim, la sencillez educada de los razonamientos puede más que su enrevesada soberbia intelectual. Las discusiones con el Señor del Sillón tienen interés no solo por los temas sino como maneja a su bibliotecaria con un fino conocimiento de la psicología femenina.
            Los grandes momentos transcurren junto a una mesita degustando un café, un te o un chocolate y unos excelentes pasteles o bizcochos, que son la manifestación simbólica de las vidas apacibles y gozosas de los habitantes de San Ireneo de Arnois.
            Todos los temas vitales tienen un lugar en la novela: la educación, el amor, el matrimonio, el feminismo, la religión, las virtudes olvidadas y son tratados sin empalagos, sin moralinas, con racionalidad y sentido común.
            Literariamente es un homenaje a la gran literatura inglesa del siglo XIX y XX y a los clásicos, escrita con un lenguaje cuidado, asequible y fluido. Agradable y relajante, es sin duda una gran apuesta como ha demostrado la gran cantidad de editoriales que se han interesado por ella.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Los recuerdos


David Foenkinos
Seix Barral, Barcelona, 2012, págs. 283. TO: Les souvenirs, Trad: Isabel González-Gallarza.

David Foenkinos (Paris 1974) se dio a conocer en España con La delicadeza (vid reseña en esta misma web), ahora, siguiendo una línea similar se publica otra novela suya, Los Recuerdos. Las dos tienen un sello intimista peculiar lleno de humanidad, que recuerda a una tertulia familiar de sobremesa.
Narrada en primera persona, cuenta la historia de un aprendiz de escritor, empleado en un hotel en el horario nocturno, un tanto desarraigado de sus padres con los que mantiene un trato distante, pero amigable. La muerte del abuelo paterno es el origen de toda la historia, ya que los hijos del difunto deciden ingresar a la viuda en una residencia de ancianos. El nieto arrepentido de la poca atención que ha prestado a su abuelo, decide acompañar a la anciana con frecuentes visitas. En esas visitas, marcadas por el dolor de la abuela que se encuentra desarraigada y que no entiende como sus hijos le han hecho esto, el nieto busca los medios para hacerla feliz y los recuerdos van aflorando poco a poco.
Cuando va distanciando las visitas se produce un hecho sorprendente, la anciana se ha fugado sin dejar rastro, engañando a su hijo y a su nieto. Comienza así una segunda parte con la búsqueda y el encuentro de la abuela en las tierras de su infancia donde ha ido a atrapar los recuerdos felices de aquellos años.
            El azar juega un papel importante, ya que el joven escritor encontrará el amor de su vida y con ella la felicidad. El final, sin embargo, es para el lector agridulce ya que tendrá que compartir lo dulce y lo amargo de las relaciones humanas.
            La novela plantea muchos interrogantes en torno a las ilusiones, los planes vitales, la monotonía, la vida matrimonial y sobre todo, el trato que se da a la vejez en la sociedad contemporánea, sabiendo incidir en profundidad, con frases cortas, casi sentencias, pero sin ningún tipo de moralina, sino con un gran sentido común y una visión humana llena de ternura.
            La narración tiene, como ocurrió en la anterior novela, el sello personal del autor, intercalando pequeños apuntes biográficos o anecdóticos de personajes variados, famosos o no que van apareciendo en la novela y que son como notas a pie de página o pequeños momentos de relax en un relato intenso y así van desfilando desde personajes célebres como Nietzsche o Scott Fitzgerald, hasta otros auténticos desconocidos.
            La lectura es sencilla, pero estimulante y positiva y sabe captar la atención sobre temas que aparentemente no tienen ningún interés. Es una novela para tener en cuenta.

jueves, 9 de mayo de 2013

La delicadeza

David Foenkinos
Seix Barral, Barcelona (2011) 218 págs. T.o: La délicatesse. Traducción: Isabel González Gallarza.

David Foenkino (París 1974), músico y licenciado en letras por la Sorbona nos ofrece su cuarto libro: La delicadeza, novela que ha sido repetidamente premiada en Francia y finalista de otros tantos premios.
Es la historia de Nathalie, una mujer singular, pero normal. Enamorada de François, se casa con él, pero a los siete años muera atropellado cuando hacía deporte. Fueron siete años muy felices a los que siguió un período negro, depresivo, para Nathalie, en el que no encuentraba sentido a nada ante la ausencia del ser querido. Parece que no va a tener fin, pero de nuevo aparecerá el amor, aunque de una forma diferente, desvanecido en el comienzo y luego intensamente. Esta vez es Markus, un sueco afincado en París, pero que detesta lo sueco y que forma parte del equipo de trabajo de Nathalie. El cuadro lo componen dos personajes más: Charles y Chloè, los personajes negros de la novela, frente al candor y delicadez de Nathalie y Markus.
Pero todo esto es lo externo, porque lo realmente valioso es la intimidad de estos personajes que se va desplegando en toda su riqueza y complejidad, mostrando la incoherencia que en mayor o menor grado hay en todos los hombres, las dudas, los temores, las incomprensiones, los malentendidos, etc.
Aunque a veces puede resultar sentimental, es solo en apariencia, ya que lo que quiere reflejar el libro es la tremenda lucha interior para domar los sentimientos, huir del dolor aniquilador en forma de remordimiento, perder el miedo a entregarse a otro y perderse a sí mismo y conquistar la excelencia. Tampoco faltan los sentimientos mezquinos, egoístas y torpes y la constatación del vacío que pueden engendrar en una vida cuando se vive únicamente para sí mismo. Hay palabras que se intercalan en el texto como delicadeza, ternura, sutileza, que marcan una forma de narrar que se ajusta mucho a ellas. También hay una idea de fondo: la necesidad de amar y ser amado y el miedo que todos tenemos a una felicidad demasiado perfecta, en la que el hombre se siente incómodo porque desconfía de ella porque no cree que se pueda dar y si se da se puede perder.

En la narración se intercalan frecuentes textos -unos cortos y otros más largos- desconcertantes, extravagantes, grotescos, que van desde el valor simbólico y real de los nombres a una receta del risotto de espárragos, que son como un toque de humos muy francés.

sábado, 4 de mayo de 2013

Bajo una estrella cruel


Heda Margolius Kovály
Una vida en Praga (1941-1968)
Libros del Asteroide, Barcelona 2013, TO: Under a Cruel Star. A Life in Prague 1941-1968. Trad. Luis Álvarez Mayo.

Memorias de Heda Bloch (Praga 1919-2010), escritas en 1973 y que comprenden un período de 27 años en los que sufre primero el terror nazi y luego el terror estalinista, en su ciudad de Praga la mayor parte del tiempo y además, soportando una terrible enfermedad.
De origen judío y de familia culta y acomodada, en la gran deportación judía de Praga de 1941 es llevada al gueto de Lodz, en Polonia y separada de su familia, a la que ya nunca más volverá a ver. Como ya estamos muy acostumbrados a relatos sobre el holocausto, estas primeras páginas pueden afectarnos menos, aunque están escritas con mucha fuerza y rebelan algunos datos menos conocidos, como la ignorancia de algunos de los que empleaban mano de obra de los campos, sin saber que es lo que estaba pasando realmente allí. Son páginas sobrias, escritas sin odio, pero muy realistas.
Logra escapar con otras amigas checas y llegar a Praga. Se abre ahora un relato intermedio, pero muy valioso, porque se describe con precisión la vuelta a una ciudad y a unas antiguas amistades, que le cierran todas las puertas por el miedo a los invasores nazis: “ahora buscaba un ser humano cuya humanidad fuera mayor que su miedo” y es que en estas situaciones tremendas sale lo mejor y también lo peor de cada uno: miedos, mentiras, promesas incumplidas, etc.
Se acaba la guerra, hay un golpe de estado en 1948 y llegamos al estalinismo. Esta es la parte más tremenda de la novela y la que ocupa una mayor parte. Heda se casa con Rudolf Margolius, que también es judío y ha estado en los campos, y con él tendrá un hijo, Iván que acabará siendo lo único que le quede en la vida.
Margolius es un idealista, que ve en el comunismo el remedio de todos los males y la forma de vivir
en libertad y prosperidad, Heda es más escéptica, pero acaba también afiliándose al partido. En 1952 ocupó el cargo de Secretario de Estado de Comercio Exterior, pero cayó en una de las primeras purgas, acusado de alta traición y ajusticiado. Heda e Iván sufrieron todo tipo de vejaciones injustas. En esta parte, la autora aprovecha para relatar los hechos, pero también para explayarse en consideraciones sobre el comunismo, la condición humana, los mismos checos, y es excelente. Narrada con claridad va pasando revista a los extremos a los qué puede llegar la condición humana, degradada, ignorada, en aras de un partido que es absoluto, omnipotente y que aplasta todo atisbo de libertad, de autonomía, de desviación. Las personas que viven en esas condiciones acaban de olvidar qué es la verdad, viven aterrorizadas y no son capaces de crecer en ninguna dirección.
Heda se casó con Pavel Kovály, y en 1963 obtuvo la rehabilitación de su marido. Acaban las memorias con la Primavera de Praga de 1968.
Al margen del horror de la narración se puede leer un canto de amor a Chequia, sus gentes y sus paisajes.
Aunque es estremecedora, está escrita con tanta delicadeza, pero sin huir del realismo, que se lee con mucho gusto y ayuda a esclarecer esta parte de la historia moderna europea que quizá ha quedado oscurecida por la locura nazi, pero que es tan tremenda como aquella.

miércoles, 1 de mayo de 2013

La novia sefardí

Éliette Abécassis
Esfera de los libros, Madrid (2011), 408 págs. 22 €. T.o: Sépharade. Traducción: Montse Roca.

            Si el lector se ha decidido por esta novela porque tiene curiosidad por el mundo sefardí, ha acertado plenamente ya que en ella se entra de lleno en la cultura, las tradiciones y la historia de esos miles de judíos españoles y sus descendientes que fueron expulsados de su patria en 1492. Su autora, Éliette Abécassis (Estrasburgo 1969) pertenece a una familia sefardí marroquí y creció en un ambiente muy practicante de religión y cultura judías. Es autora de un buen número de novelas casi todas de ambiente judío y representativa de una fresca literatura de la diáspora, equilibrada y asequible, sin caer en un sionismo salvaje.
El hilo conductor de la novela es la boda de Esther y Charles, ambos sefardíes nacidos en Estrasburgo, pero originarios de dos ciudades rivales de Marruecos. Entre las dos familias hay una relación de vecindad, pero nublada por menosprecios y equívocos. Toda familia sefardí es un fuerte núcleo, difícil de romper, porque la posesión de los padres hacia sus hijos es muy grande y se manifiesta de un modo especial en el momento de elegir marido o mujer, ya que aunque ahora no son organizadas por los padres, deben de contar con su beneplácito total y absoluto. Hay que casarse entre judíos y esto no es fácil, ya que no vale cualquiera.
Pero todo es un pretexto para ir más allá y hacer una historia fragmentaria y episódica del mundo sefardí, pasando revista desde los temas más banales y anecdóticos a otros más profundos y desconocidos como el antagonismo con los asquenazíes (judíos rusos y centroeuropeos) y el desprecio de estos. En el mismo origen y establecimiento del estado de Israel los sefardíes fueron relegados a los sitios peores y a las tareas más humillantes y no lograron superar esta posición sociológica hasta que no fue elegido un presidente sefardí.
El sefardí añora dos lugares: España (Sefarad) e Israel. En la novela se recrean los años de España, y se pasa revista a los procesos de la inquisición y los autos de fe, con una relativa precisión, los conversos forzados y los judíos ocultos (marranos).
Sorprendentes son las descripciones de la brujería y la magia tan frecuente entre ellos y la superstición del mal de ojo. Y más sorprendente todavía es la absoluta credulidad en estos mecanismos.
El sefardí cumple y ama unas tradiciones, que arrancan de la Biblia y que los identifica e individua como pueblo y les da una fuerza sorprendente, pero a la vez los sefardíes marroquíes han asimilado e incorporado la cultura y las costumbre de los bereberes entre los que han vivido, pero con los que no se han mezclado. Así ha ocurrido en todos los países donde han estado, por eso, a pesar de haber sido perseguidos constantemente han conservado su identidad, su raza, su orgullo y nadie ha podido exterminarlos, aunque muchos lo han pretendido. Ahora bien, en el fondo no es un pueblo creyente, más bien un pueblo ateo con unas fortísimas tradiciones de origen religioso.
El ritmo de la novela es desigual, pero mantiene la atención en base a una buena intriga, a pesar de que a veces se pierda el hilo conductor; a ello también contribuye la profusión de palabras judías y en este caso también árabes, tan normal en los escritores israelíes y de la diáspora.