Un año y medio
Sílvia Soler
Destino, Barcelona, 2015. Págs. 373. TO. Un any I mig.
Trad. Ana Ciurans
Un año y medio es una novela de las que dejan algo, de
las que ayudan a reflexionar y a plantearse cuestiones personales.
Su autora, Sílvia Soler (Figueras 1961) relata de una
manera sencilla y agradable, la situación de una familia de cuatro hijos cuando
llega el momento de la jubilación de los padres y cada hijo se ha montado la
vida a su gusto y viven en lugares diferentes y distantes, truncando los
proyectos de los padres, sobre todo de la madre.
La autora ha querido plantear una novela que reflejara
los efectos de la crisis en la familia y que mostrará la evolución de esta
institución. Era una empresa difícil, pero ha conseguido una aproximación al
tema en una novela digna, que refleja la importancia de los lazos familiares y
la capacidad única de la familia para respetar y aceptar las diversas personalidades que se
desarrollan en ella.
Las figuras claves son la madre, Tina, y el padre, Jaume.
Son distintos y complementarios. Tina es una mujer activa y posesiva con los
hijos, que ha procurado educarlos bien, pero que de una cierta manera, como le
pasa a muchas madres, quiere hacerlos a su gusto. Su gran problema es que los
planes que tenía para la familia se van frustrando y ella poco a poco se va
encerrando más en sí misma y desarrolla un cierto pesimismo que influirá en las
relaciones con los demás. Jaume, es un artista, se ha dedicado a los muebles y
ha cultivado un fino espíritu con sus hijos; tiene un carácter más apacible que
el de su mujer, es más comprensivo, mira con una mirada más amplia y tiene un
amor más generoso. Los dos protagonizan un matrimonio que se ha ido desgastando
a base de pequeñas detalles, como ocurre con cualquier relación, pero que
aunque parece que naufraga se mantiene a flote no únicamente por los hijos,
sino porque hay un cariño fiel y reflexivo que se mantiene a pesar de las
dificultades. La psicología femenina esta quizá mejor reflejada que la
masculina, pero en general es muy certera en ambos.
Los hijos los vamos conociendo poco a poco. El más
pequeño, Roger, se dedica al surf y vive con sus padres en Badalona. Aparece
como una persona con gran corazón, pero inmaduro, sin embargo, generoso y con capacidad
de resolver problemas. Los tres restantes tienen unas vidas complicadas. El
mejor es el mayor, Martí, arquitecto, el más equilibrado, que se ha traslado a
Canadá buscando un trabajo y que lo encontrará y también a la que será su
mujer. Las chicas son distintas: Berta es cocinera, vive en París, ha tenido
una mala experiencia sentimental y lo que desea por todos los medios es tener
un hijo al precio que sea. La más compleja es Célia que vive en Palma de
Mallorca con una pareja que no le deja vivir ni crecer, pero que no tiene la
valentía ni la fuerza para salir de la situación, aunque al final podrá afianzarse.
Son muy distintos, quizá la descripción de sus personalidades es más plana que la
de los padres y más superficial, pero el trazo general es bueno y los
caracteres quedan reflejados. El aspecto sentimental es casi el centro de las
vidas de cada uno y no siempre bien enfocado, pero correcto.
En su conjunto es un buen canto a la familia, a las
relaciones entre hermanos, a la seguridad que da tener un lugar donde se es
querido sencillamente por formar parte de esa familia. La autora la resumen en
una buena frase: “La familia. Como una pasión (devoción, tormento, locura,
calor, entusiasmo, emoción)”. Quizá se le puede achacar la falta de valores
trascendentes que ayudarían a resolver una buena parte de los problemas que se
plantean.