Camilla Läckberg
Maeva, Madrid, 2018, Págs. 675. TO. Haxan. Trad. Carmen
Montes Cano
Continua la serie de los crímenes de Fjällbacka, y ésta es
la novela número diez, con los mismos personajes y los lugares habituales, muy
conocidos para los que van siguiendo estos relatos. La comisaría está como
siempre, desde Bertill Mellberg, el jefe que tiene poco de jefe y su perro
Ernst, hasta Patrik, Gosta, Paula, Martin y Annika. Y junto con ellos la
verdadera detective, Erika Falk, esposa de Patrik y sobre todo escritora y con
ellos sus tres hijos: Maja y los gemelos que se encargan de dar un tono de
normalidad en una sociedad en la que no hay prácticamente estructuras familiares.
Pero en esta novela hay elementos nuevos, una juventud
desarreglada y desajustada y unos emigrantes y refugiados que no siempre son
bien acogidos por todos. Y no puede faltar algo ya habitual en Camilla Läckberg:
un hecho histórico que va salpicando la novela, en esta ocasión un ambiente de
brujería en el siglo XVII. El hecho fundamental es el asesinato de Stella, una
niña pequeña y que ocurrió hace treinta años y un asesinato de otra niña, Nea,
en el mismo sitio y en la actualidad. Y todo esto en pleno verano.
Pero la novela, en esta ocasión, es demasiado larga, hay
mucho preámbulo y la conexión del pasado remoto con los dos crímenes actuales
está tomada por los pelos y se podría haber prescindido totalmente de ella.
Una exquisita presentación y descripción de los personajes y
del entorno, como es habitual en Läckberg, favorece que el lector se sienta
atraído por el relato y que poco a poco vaya incorporándose a la acción y
aunque se vayan dando pasos muy pequeños, la tensión va manteniéndose y subiendo,
a pesar de verse interrumpida al alternar el crimen de hace 30 años y el
episodio del siglo XVII con el asesinato actual.
¿Qué relación tienen los crímenes de las dos niñas? Esa es
la gran cuestión ya que las dos niñas de trece años que fueron declaradas
culpables del primero de los crímenes, ya mujeres, vuelven a encontrarse en el
mismo lugar y en el mismo momento en que se produce el segundo asesinato. Pero
las que fueron grandes amigas ahora están distantes y no se tratan. Sus dos
hijos, chico y chica, se encuentran y se enamoran. Los distintos focos de la
acción están bien situados, aunque el de los emigrantes es más artificial y
podría haberse omitido, pero es un tema muy actual en ese país y no se ha
perdido la ocasión de traerlo a colación y hasta reflejarse en el título
original de la novela.
El relato juega mucho con los aspectos afectivos de los
personajes: hay un deseo de hablar de la felicidad, de la frustración y como ya
va siendo ocurrente, dejando un amplio margen a todo tipo de conductas sexuales,
pero sin estridencias.
En conjunto es una buena novela policiaca y social, aunque
parece que la autora ha tenido en cuenta el aspecto comercial introduciendo
elementos que resultan artificiales y se apartan de la línea genuina de las
primeras entregas.