Fred Vargas
Siruela, Madrid, 2018, Págs. 402. TO. Quand sort la recluse,
Trad. Anne-Hélène Suárez Girard.
Nueva novela de Fred Vargas (Frédérique Audoin-Rouzeau,
París 1957) con el Comisario Jean-Baptiste Adamsberg, quizá el personaje más
trabajado y conseguido de la novela policiaca actual. En efecto, el Comisario,
ya conocido para los que han seguido la serie es un hombre con un carácter muy bien
definido, que se ha hecho familiar para el lector y que sabe cómo va a
reaccionar, pues tanto sus sentimientos humanitarios, como sus planteamientos
morales son muy claros, definidos y predecibles, a poco que se piense. Su
profunda intuición y una tenacidad que intenta superar todos los obstáculos, a
la vez que la confianza en el equipo, hacen que todo acabe por resolverse.
Adamsberg es un personaje agradable, campechano, asequible,
coherente, pero también lo es el resto del numeroso equipo: la teniente
Retancourt y la teniente Froissy, las dos mujeres de la Brigada, Mercadet con
sus ataques de sueño, Voisenet, etc y luego el teniente Veyrenc, que es bearnés
como el comisario y se conocen desde la infancia.
La novela comienza con un caso menor, resuelto con presteza
por el Comisario y otro, doméstico, también pequeño y de fácil solución. Pero
el caso importante, se origina de la nada, mejor dicho, de la curiosidad de
Adamsberg, que descubre, de refilón, en el ordenador de uno de los de la
Brigada, el seguimiento de unas muertes por picadura de la araña “reclusa”. El
comisario, piensa y desconfía de que sean muertes accidentales normales; al
principio, no se le pasa por la cabeza comunicar sus sospechas al resto del
grupo, pero más tarde las comparte con unos cuantos y acaba por tener que hacerlo
con todos. No va a ser bien recibido por unos cuantos, suscitándose una pequeña
rebelión en el grupo, en la que su segundo Danglard va a tener una parte muy
activa.
Las investigaciones van a remitir a una situación antigua y
de ahí a descubrir unos delitos que se prolongan hasta el momento actual. No
faltará la lección de historia, tan propia de la Fred Vargas, arqueóloga de
formación.
Lo sorprendente es poder hacer una novela de esta
envergadura con tan pocos elementos, y aquí radica la genialidad esta autora,
que tiene una imaginación desbordante y una buena capacidad narrativa para
mantener un ritmo que siempre va a más y no que cesará hasta la última página.
Las descripciones de lugares, personajes, tanto principales
como secundarios y la puesta en escena de los principales escenarios, reflejan
un alto oficio literario, que explica porque se puede mantener una serie de un
personaje así, sin que se desgaste.
En conjunto, una buena novela, entretenida, bien narrada y
escrita, buena para los amantes del género y para todos los que quieran pasar
un rato agradable con un material de calidad.