domingo, 30 de junio de 2013

Estambul era un cuento

Mario Levi
Galaxia Gutenberg, Barcelona 2013. Págs 679,  TO: Istanbul bir Masaldi, Trad: Pablo Moreno

Esta es la primera obra que se publica en castellano de Mario Levi (Estambul 1957), novelista turco y profesor de literatura de la Universidad de Estambul. Aunque se considere turco de pies a cabeza, es descendiente de judíos sefardíes, a los que tiene gran admiración y muestra de ellos es que aprendió el ladino de labios de su abuela e hizo un viaje a España (Sefarad) para hacerse una idea más exacta del lugar de origen de sus ancestros. No es de extrañar que defienda que la lengua es la auténtica patria del hombre, ya que en el fondo la lengua y lo que transmite es lo que ha mantenido unido al pueblo judío en su larga y penosa historia a través de casi dos milenios.
            La novela es del género de las sagas familiares, en este caso una familia judía de Estambul, y recorre
el período de los primeros años de la República de Turquía, al final de la Primera Guerra Mundial hasta los años ochenta del siglo pasado, tras el golpe militar. Es muy rica en personajes, en total 47, que abarcan tres generaciones, de los que se puede tener una pequeña descripción, aunque confusa, en las primeras páginas con las que comienza el libro.
            Estambul, es el telón de fondo, pero un telón que destaca mucho y que envuelve a los personajes, ya que sus tradiciones, sus calles, sus costumbres, los elementos religiosos cobran vida en la narración y son absolutamente protagonistas, arrastrando al lector más allá de los personajes. Estambul es una ciudad mágica –vertical dirá el autor- en la que se mezcla occidente y oriente y donde cada cultura, desde la romana y el cristianismo hasta la otomana, han ido dejando sus estratos culturales, forjando una ciudad distinta y única. Con respecto a la comunidad judía, no hay que olvidar que a principios del siglo XX llegaron a ser unos 120.000, por lo tanto impregnaron también de sus costumbres y sus modos culturales y religiosos a está singular ciudad.

            El relato está construido a través de pequeñas historias relatadas con nostalgia, en las que a veces lo real y lo imaginado se confunden pero que gracias a ellas vamos haciéndonos con la realidad de los personajes. Este método complica la lectura y hay que pararse con frecuencia para no perderse y saber dónde estamos. Cada anécdota, cada pequeña historia tiene atractivo y contribuye a dar un colorido muy oriental al relato, pero, insisto, no facilita el hacerse con la situación narrada. Es una obra importante, y seguramente imprescindible tanto por las características del autor, como por la forma en que está relatada y sus contenidos, pero exige que al lector le apasione el tema, ya que si no es fácil que deserte.

jueves, 27 de junio de 2013

Un soplo de aire fresco

Don Winslow
Mondadori, Barcelona, 2013, Págs. 378. TO: A Cool Breeze on the Underground, Trad: Óscar Palmer Yañez

Desde Estados Unidos llega una nueva serie policiaca y nuevo investigador. El autor es muy leído en USA y su personaje es simpático y original, distanciándose mucho de otros investigadores o policías a los que estamos acostumbrados. Dado el auge de las novelas de este tipo, la mayor parte de las veces, una gran parte del reclamo lo constituye el protagonista y su singularidad. Winslow ha dado en el clavo con Neal Carey.

La novela originalmente es de 1991 y es el inicio de una serie de cinco, acabadas de publicar en 1996.

Un soplo de aire fresco comienza con la presentación del personaje. Neal Carey es un chiquillo de 11 años, que malvive con una mala madre en un mal barrio neoyorquino y que al intentar robarle la cartera a Joe Graham, se encuentra con el hombre que le va a ayudar a ser todo en la vida y al que pasará a llamar papá. Graham le instruye para convertirse en investigador privado, aunque un tanto especial. Toda la primera parte de la novela, divertida y agradable, es el proceso de instrucción al que se ve sometido Neal para convertirse en detective. Pero esto no es todo, va a hacer una carrera universitaria y se va a convertir en un espíritu exquisito, amante de la buena literatura y conocedor a fondo de ella, ahora bien, esto lleva consigo el ponerse al servicio de una pequeña empresa de resolución de casos especiales de la que también forma parte Graham.


La segunda parte de la novela transcurre en Londres a donde ha sido enviado Neal para recuperar a Alison Chase, la hija de un político que se ha echado a perder desde muy pequeña y que ahora ha escapado de casa y devolverla al hogar antes de las elecciones. Entramos en un submundo, el de la droga y el delito: el relato es sórdido, como no puede ser menos y da una idea muy exacta de la realidad. El protagonista haciendo gala de toda su profesionalidad consigue introducirse en el mundillo, engañar a todos y sobre todo lograr que no le engañen y no le borren del mapa y acabar el encargo con perfección. Hay todavía una tercera parte, remate de todo, que el lector tendrá que descubrirla y que es un buen cierre.


Estamos ante una buena novela y principalmente un personaje con el que le lector se identifica, porque es agradable, educado, y sabe comportarse y además resuelve bien el caso, sin estridencias o saltos de escritor que no sabe como acabar.

sábado, 22 de junio de 2013

Intemperie


Jesús Carrasco
Seix Barral. Barcelona, 2013, Págs. 224 págs.

Es la primera novela de Jesús Carrasco y ya ha demostrado dentro y fuera de nuestras fronteras su valía. En efecto, en la pasada Feria de Francfort, el libro fue vendido a un buen número de países. En la Feria del Libro de Madrid está siendo una de las grandes ventas. Es cierto que ha venido precedida de una buena campaña de marketing, pero en este caso lo que nos venden, merece la pena comprarlo: no nos engañan.

Esta corta novela está ambientada en un lugar no determinado, pero que bien puede ser algunos de los muchos parajes desérticos y áridos de Extremadura o Andalucía, pero siempre en el sur y en ambientes rurales y depauperados. Tampoco es fácil decir en qué momento transcurre la acción, pero podíamos situarla a mediados del siglo XX.

No sé sabe porqué un niño pequeño decide fugarse de su casa y de su pueblo, pero nos le encontramos desde el primer momento, aterrado, huyendo, pero decidido a lo que sea con tal de no volver a los espacios familiares. En la huida se topa con un cabrero que se va a convertir en su compañero. Al principio no se fía de él, pero en la huida aparece el temible alguacil, cuando el niño está ausente, y propina una soberana paliza al cabrero que le deja al borde de la muerte. Ya están definitivamente unidos.

Lo impresionante de la novela es que siendo la acción mínima, sin embargo, tiene un ritmo tremendo y el mismo paisaje, inhóspito y violento, contribuye a mantenernos en tensión; hay poco relato, pero mucha sugerencia y evocación. Los mismos personajes están en una nebulosa: el niño es frágil, el cabrero es enigmático; la relación entre ambos es muy especial ya que el niño desconfía y el cabrero no parece interesarse a fondo por el niño. Los dos se aceptan y los dos aceptan un destino tremendo, que no solo es el de la huida, sino la sequía, la falta de alimentos, la enfermedad, la ineptitud del niño. Y el lector no sabrá hasta el final el porqué de todo, aunque haya ido descubriendo la defensa cerrada de la dignidad de las personas por muy débiles y marginales que sean.

El autor en una entrevista nos habla de sus influencias: algunas novelas de Delibes (como Las ratas) para el escenario, la sobriedad narrativa del mexicano Juan Rulfo, la desnuda violencia de las novelas de Cormac McCarthy y hasta el imaginario del mundo de las películas de Hollywood, que le lleva a calificar la novela como un posible western español.


La escritura es sobria, esencial, en algunos momentos casi poética, y aunque tiene algunos bajones, donde opta por un estilo más rebuscado y barroco, el conjunto es óptimo. Sin duda una buena novela y una buena elección.