Osamu
Dazai
Impedimenta,
Madrid, 2013, Pags. 260, Trad. Ryoko Shiba y Juan Fandiño
Se reúnen
en este volumen 14 relatos de Osamu Dazai (Kanagi, Japón 1909-1948), escritos a
lo largo de 10 años. En todos ellos la mujer, la adolescente, es el
protagonista, pero con un deje de amargura como consecuencia de la turbulenta
vida y del su intento de suicidio del autor. Una vez más la tobiografía es
clave para entender la producción de un autor.
El
centrarse en el mundo interior, en los sentimientos y todo narrado en primera
persona da a la literatura de este autor un carácter muy especial, de intimismo,
pero un intimismo desasosegado que se adueña del lector. Son historias de
mujeres que sufren con su inseguridad, con unos pequeños problemas que a base
de dar vueltas sobre ellos se convierten en algo angustioso y que les hacen la
vida compleja, imposible. Son las mujeres de ese momento, del Japón todavía tradicional,
que poco contaban y que vivían en un mundo aparte, cultivando su feminismo y su
interioridad, que era lo único que tenían propio, por eso hay pocas referencias
al exterior, a la sociedad; sólo datos muy leves, necesarios para sustentar la
acción, y muy poca descripción. Son críticas con ellas mismas y las referencias
a los hombres dejan entrever que se sienten incomprendidas por ellos,
ignoradas, aunque no así en sentido contrario.
El
amor es el centro de muchas de las historias y personajes, aunque esta presente
en todas ellas. Es especialmente emotiva El árbol del cerezo y el silbido
mágico, un relato brillante
sobre el amor fraterno, delicado, sorprendente y que mantiene en tensión al
lector. En Un grillo se rememoran los periodos por los que pasa el amor desde
el enamoramiento a la frustración y el desengaño después del matrimonio: se
hace desde una óptica muy femenina en la que cuentan más los detalles y los pequeños
sentimientos que otros elementos. No voy a reseñar todos los relatos, pero
tengo que referirme a Colegiala, que da nombre a todo el conjunto, en él, la
mirada que la protagonista pone en sí misma es tremenda por su dureza delicada,
pero que va dibujando su personalidad acercándonos a un personaje complejo pero
muy creíble de lo que es una adolescente.
Todo
el conjunto es una muestra exquisita de una literatura de sentimientos, de
intimidad, de frescura. Es cierto, como ya he apuntado que destila una cierta
tristeza, pero es que el adolescente es triste, porque está en un mundo, que
todavía se le presenta como desconocido y cruel y con una intimidad desbordante
que no es fácil de controlar.
Sin
duda merece la pena leer estos delicados relatos que aunque son de otra época,
demuestran una vez más que el hombre no cambia, que sus sentimientos permanecen
invariables a través del tiempo.