jueves, 30 de octubre de 2014

Colegiala

Osamu Dazai
Impedimenta, Madrid, 2013, Pags. 260, Trad. Ryoko Shiba y Juan Fandiño

Se reúnen en este volumen 14 relatos de Osamu Dazai (Kanagi, Japón 1909-1948), escritos a lo largo de 10 años. En todos ellos la mujer, la adolescente, es el protagonista, pero con un deje de amargura como consecuencia de la turbulenta vida y del su intento de suicidio del autor. Una vez más la tobiografía es clave para entender la producción de un autor.

El centrarse en el mundo interior, en los sentimientos y todo narrado en primera persona da a la literatura de este autor un carácter muy especial, de intimismo, pero un intimismo desasosegado que se adueña del lector. Son historias de mujeres que sufren con su inseguridad, con unos pequeños problemas que a base de dar vueltas sobre ellos se convierten en algo angustioso y que les hacen la vida compleja, imposible. Son las mujeres de ese momento, del Japón todavía tradicional, que poco contaban y que vivían en un mundo aparte, cultivando su feminismo y su interioridad, que era lo único que tenían propio, por eso hay pocas referencias al exterior, a la sociedad; sólo datos muy leves, necesarios para sustentar la acción, y muy poca descripción. Son críticas con ellas mismas y las referencias a los hombres dejan entrever que se sienten incomprendidas por ellos, ignoradas, aunque no así en sentido contrario.

El amor es el centro de muchas de las historias y personajes, aunque esta presente en todas ellas. Es especialmente emotiva El árbol del cerezo y el silbido mágico,  un relato brillante sobre el amor fraterno, delicado, sorprendente y que mantiene en tensión al lector. En Un grillo se rememoran los periodos por los que pasa el amor desde el enamoramiento a la frustración y el desengaño después del matrimonio: se hace desde una óptica muy femenina en la que cuentan más los detalles y los pequeños sentimientos que otros elementos. No voy a reseñar todos los relatos, pero tengo que referirme a Colegiala, que da nombre a todo el conjunto, en él, la mirada que la protagonista pone en sí misma es tremenda por su dureza delicada, pero que va dibujando su personalidad acercándonos a un personaje complejo pero muy creíble de lo que es una adolescente.

Todo el conjunto es una muestra exquisita de una literatura de sentimientos, de intimidad, de frescura. Es cierto, como ya he apuntado que destila una cierta tristeza, pero es que el adolescente es triste, porque está en un mundo, que todavía se le presenta como desconocido y cruel y con una intimidad desbordante que no es fácil de controlar.


Sin duda merece la pena leer estos delicados relatos que aunque son de otra época, demuestran una vez más que el hombre no cambia, que sus sentimientos permanecen invariables a través del tiempo.

jueves, 23 de octubre de 2014

Butcher's Crossing.

John Williams
Lumen. Barcelona, 2013; Págs. 360 páginas, € 18,90; TO: Butcher's Crossing; Trad: Luis Murillo Fort.

Estamos en 1873, Will Andrews, hijo de un predicador y estudiante de Harvard, decide trasladarse desde Boston, donde vive plácidamente, a Butcher's Crossing (Kansas), en pleno Oeste, un poblado de mala muerte, formado por cuatro casas y lugar de reunión de cazadores que comercian con pieles. Una vez que se ha puesto en contacto con McDonald, que es el que centraliza todo el negocio de pieles, dejándole claro que no quiere dedicarse a los negocios, sino buscar una experiencia nueva, distinta, conoce a través de él, a Miller, un mítico cazador de búfalos, que busca a alguien dispuesto a financiar un proyecto que es el sueño de su vida: dirigirse a un valle de las Montañas Rocosas, en Colorado, donde abundan los bisontes y que sólo él conoce. Will se queda fascinado con el personaje y con la ocasión de una aventura sorprendente y accede gustoso a poner el dinero necesario. Después de los preparativos se pone el marcha el grupo: además de Will y Miller, está Charley Hoge, manco, y amigo y protegido de Miller, alcohólico y timorato de Dios al que acude con frecuencia y que no deja de leer una gastada Biblia; el grupo se completa con Fred Schneider, despellejador de reses, que desde el primer momento se muestra distante y crítico con la empresa y sus componentes.
            El viaje a través de espacios abiertos teniendo que transportar una tartana tirada por bueyes y pasando por ríos y zonas muy agrestes se hace interminable, pero al fin llegan al mítico valle lleno de grande manadas de búfalos. Ahora comienza la aventura de Miller que poco a poco se ve poseído por la pasión y va alargando el tiempo de la vuelta con la obsesión de matar a todos los animales, sin calcular que se les echa encima el invierno y las nieves. Cuando decide volver ya es tarde y se ven empujados a pasar el durísimo invierno allí, encerrados en una tienda improvisada hecha con pieles de búfalos. Al fin llega el tiempo apacible y pueden volver, pero además de que el viaje de vuelta con la carreta de bueyes llena de pieles es durísimo y está lleno de dificultades y de tristes imprevistos, se encontrarán a la vuelta un pueblo en el que las cosas han cambiado sustancialmente.
            Pero lo grandioso de la novela no es tanto la historia, sino la estética de los paisajes, la descripción de los caracteres de los personajes, su transformación, su auténtico fondo en circunstancias muy adversas. En este sentido estamos ante una gran novela, en la que el oeste es solo fondo, aunque excepto los indios, tenga todos los ingredientes de las llamadas novelas del oeste.
            Su estilo narrativo es directo, esencial, preciso, ni sobre, ni falta y con frecuencia apetece volver a deleitarse con la relectura de párrafos; bien es verdad que hay mucha descripción: es un cuadro realista de gran detalle en el que no falta nada, pero si solo buscamos acción, puede resultar pesada, si buscamos algo más, nos entusiasmará.

Su autor, John Williams (Texas1922-1994), es conocido por otra gran novela, «Stoner». Y entre las dos hay un cierto paralelismo; aquí un estudiante deja la universidad para meterse en una aventura al aire libre, en Stoner, es el hijo del granjero el que deja el campo para internarse en las aulas. Las dos son novelas aparentemente de iniciación, pero que superan esos límites. En ambas nos encontramos con unas excelentes novelas.


jueves, 16 de octubre de 2014

El asesinato del sábado por la mañana. Un caso psicoanalítico.

Batya Gur
Siruela, Madrid, 3ª ed, 2014, págs. 359. TO: The Saturday Morning Case. A Psychoanalytic Case. Trad Maria Corniero

Primera de las ocho novelas que la autora comenzó a publicar en 1998, la mayor parte de ellas escritas en inglés, pero algunas en hebreo. Es una serie de novelas policiacas con un protagonista único: Michael Ohayon, un policia culto, ha estudiado Historia, educado, intuitivo, trabajador sin descanso y paciente para resolver los casos más diversos, todos ellos centrados en un ambiente más o menos cerrado y que da una imagen de un Israel distinto al que es habitual en las noticias.

En este caso, se trata del asesinato de una célebre psicoanalista ocurrida un sábado por la mañana pocas horas antes de dar una importante conferencia en una academia psicoanalítica muy reservada y elitista de Jerusalem.

Es evidente que es una novela policíaca, pues hay un caso y hay que resolverlo, pero dado el peculiar ambiente en el que se desarrolla, es toda una explicación detallada, aunuqe asequible, de los métodos psicoanalíticos, de su fundamento y de su práctica. Y esta es una tarea que la autora realiza a la perfección porque no se trata de dar grandes explicaciones sino de ir introduciéndolas poco a poco a través de los personajes según va avanzando la novela. Queda muy claro desde el principio que se trata de un ambiente muy opaco, donde no hay información, donde todo se recubre de un tremendo secreto profesional que hace muy difícil penetrar en el mundo de los psicoanalistas y de sus enfermos, independientemente de que ellos mismos sean por naturaleza herméticos. Y en este sentido, me parece magistral la forma en que Batya Gur a través del inspector Ohayon va penetrando, sin violencia, en ese mundo.

El desarrollo de la investigación es lento, pero no exento de tensión y de intriga y aunque la novela es larga no cansa ni aburre al lector que, como en toda buena novela policíaca, se siente desconcertado en varios momentos. Solo hasta las ultimísimas páginas el misterio no queda desvelado, aunque ha habido pistas suficientes para que el lector no se sienta defraudado ni escamoteado.

Pero no podemos olvidar que estamos hablando de una escritora israelí y por lo tanto no va a dejar de tocar algún tema que tenga una relevancia en ese país, en este caso es la situación interior de los militares para cumplir las órdenes que les vienen desde arriba y que, con frecuencia, son percibidas en contra de la conciencia. Este tema, aunque sea tratado brevemente en relación con el número total de páginas es muy interesante.

Libro sorprendente y que anima a seguir leyendo el resto de las novelas de la malograda autora. Los personajes están tratados con profundidad y con buena capacidad de penetración en su personalidad. En todas ellas se ve una fina manera de escribir, reflejo del origen académico de Batya Gur y que eleva la valoración del género policiaco.


Batya Gur nació en Tel Aviv en 1947, y es descendiente de supervivientes del Holocausto. Doctora en literatura comparada en la Universidad Hebrea de Jerusalén, y durante más de veinte años, profesora de la misma Universidad. Escribió crítica literaria y cortos ensayos  en el periódico Haaretz. Murió en Jersulem en 2005.

viernes, 10 de octubre de 2014

El amante

A.B. Yehoshua
Duomo Nefelibata, Barcelona, 213, Págs. 419 (incluyendo el glosario), TO: Ha-Me´ahev. Trad: María Teresa Sáiz

Poco a poco van apareciendo en España las novelas de Abraham B. Yehoshua (Jerusalem 1936) y desde la primera, Una mujer en Jerusalem, que ya sorprendió al descubrir su grandeza literaria, se va comprobando como este autor tiene gran capacidad de penetrar en sus personajes, haciendo unos retratos interiores y de la tipología humana que representan, excepcionales.

Situado entre los grandes de la literatura israelí contemporánea, con David Grossman y Amos Oz, ha abandonado las temáticas propias del Holocausto o la Fundación para abrir un abanico amplio de temáticas diversas, aunque muy ligadas a Israel, y siempre con un fondo pacifista, acentuado desde el tremendo impacto que sufrió al perder a su hijo muy joven en la guerra.

“El amante” es la primera novela de Abraham B. Yehoshua y en ella ya aparecen expuestos los principales temas de sus obras. El tema de fondo son las relaciones interpersonales y concretamente la dificultad de establecer unos vínculos auténticos y claros, hasta con las personas muy próximas o ligadas a nosotros. Tal como lo plantea, es un problema estrechamente relacionado con el tipo de sociedad y de cultura israelí, pero es extrapolable a otros lugares y personas.

Ambientada en 1973, durante la guerra del Yom Kipur, la novela, se abre con un comienzo difícil y hasta desconcertante, hasta que el lector perezosamente se adentra en la vida de un matrimonio de clase media, pero bien acomodado. Son personajes dispares, ya que Adam, dueño de un próspero taller mecánico en el que casi todos los obreros son árabes, ahora en guerra con los judíos, está casado con Asya, profesora de instituto, de Historia. A pesar de estas diferencias, que se han ido acentuando a lo largo de los años y no haber entre ellos, ni atracción, ni deseo, han conseguido mantenerse unidos durante veinte años, desde que se reencontraron en la época de la Segunda Guerra Mundial y el mandato británico en Palestina, después de años de haber coincidido en el colegio.

Dafi, es la hija adolescente conflictiva, que mantiene una reserva y una distancia con los dos: es crítica, curiosa, todo lo observa, lo analiza y saca sus conclusiones. En medio de esta situación muy equilibrada, aparece un cuarto personaje, Gabriel, un desnortado joven judío parisino, que lleva a reparar su viejo Morris al taller de Adam. Aunque ha nacido en Israel, no ha regresado por razones patrióticas, para alistarse en la guerra o quedarse a vivir en su patria natural, sino para hacerse cargo de la herencia de una abuela moribunda. Es un desarraigado sin documentos, sin casi identidad, pero al ser acogido en el seno de la familia momentáneamente, actuará de revulsivo en sus adormecidas vidas, casi sonámbulas, haciendo salir a la superficie sentimientos nuevos y olvidados y emergiendo las cuestiones de fondo de sus vidas que hasta ese momento no se habían atrevido a plantearse. Y todo esto va a ir apareciendo alternando las conversaciones normales de la vida diaria con unos constantes monólogos. Habría también que hablar de Naím, un árabe del taller, verdaderamente singular que tendrá su espacio claro en la novela.
Pero hay más: una profunda exploración al Estado de Israel desde diversos puntos de vista, de edades y de culturas, las relaciones entre árabes y judíos (él es un defensor de los dos Estados) y la cuestión siempre presente en aquella sociedad de la religión y la laicidad y de la identidad de ser judío cuando se proviene de tantos países y culturas.

La novela no es fácil; el mismo sistema narrativo no facilita el seguimiento, pero curiosamente capta la atención y poco a poco, casi sin esperar un desenlace, que el lector ya atisba que no va a ser claro, se va haciendo muy agradable. Y está claro que es una narrativa que aunque tenga moldes occidentales, es muy oriental y por lo tanto siempre singular a la hora de leerla, pero, es imprescindible para conocer a los novelistas israelíes actuales.