sábado, 22 de junio de 2013

Intemperie


Jesús Carrasco
Seix Barral. Barcelona, 2013, Págs. 224 págs.

Es la primera novela de Jesús Carrasco y ya ha demostrado dentro y fuera de nuestras fronteras su valía. En efecto, en la pasada Feria de Francfort, el libro fue vendido a un buen número de países. En la Feria del Libro de Madrid está siendo una de las grandes ventas. Es cierto que ha venido precedida de una buena campaña de marketing, pero en este caso lo que nos venden, merece la pena comprarlo: no nos engañan.

Esta corta novela está ambientada en un lugar no determinado, pero que bien puede ser algunos de los muchos parajes desérticos y áridos de Extremadura o Andalucía, pero siempre en el sur y en ambientes rurales y depauperados. Tampoco es fácil decir en qué momento transcurre la acción, pero podíamos situarla a mediados del siglo XX.

No sé sabe porqué un niño pequeño decide fugarse de su casa y de su pueblo, pero nos le encontramos desde el primer momento, aterrado, huyendo, pero decidido a lo que sea con tal de no volver a los espacios familiares. En la huida se topa con un cabrero que se va a convertir en su compañero. Al principio no se fía de él, pero en la huida aparece el temible alguacil, cuando el niño está ausente, y propina una soberana paliza al cabrero que le deja al borde de la muerte. Ya están definitivamente unidos.

Lo impresionante de la novela es que siendo la acción mínima, sin embargo, tiene un ritmo tremendo y el mismo paisaje, inhóspito y violento, contribuye a mantenernos en tensión; hay poco relato, pero mucha sugerencia y evocación. Los mismos personajes están en una nebulosa: el niño es frágil, el cabrero es enigmático; la relación entre ambos es muy especial ya que el niño desconfía y el cabrero no parece interesarse a fondo por el niño. Los dos se aceptan y los dos aceptan un destino tremendo, que no solo es el de la huida, sino la sequía, la falta de alimentos, la enfermedad, la ineptitud del niño. Y el lector no sabrá hasta el final el porqué de todo, aunque haya ido descubriendo la defensa cerrada de la dignidad de las personas por muy débiles y marginales que sean.

El autor en una entrevista nos habla de sus influencias: algunas novelas de Delibes (como Las ratas) para el escenario, la sobriedad narrativa del mexicano Juan Rulfo, la desnuda violencia de las novelas de Cormac McCarthy y hasta el imaginario del mundo de las películas de Hollywood, que le lleva a calificar la novela como un posible western español.


La escritura es sobria, esencial, en algunos momentos casi poética, y aunque tiene algunos bajones, donde opta por un estilo más rebuscado y barroco, el conjunto es óptimo. Sin duda una buena novela y una buena elección.

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