Jesús
Carrasco
Seix Barral. Barcelona,
2013, Págs. 224 págs.
Es la primera novela de
Jesús Carrasco y ya ha demostrado dentro y fuera de nuestras fronteras su
valía. En efecto, en la pasada Feria de Francfort, el libro fue vendido a un
buen número de países. En la Feria del Libro de Madrid está siendo una de las
grandes ventas. Es cierto que ha venido precedida de una buena campaña de marketing,
pero en este caso lo que nos venden, merece la pena comprarlo: no nos engañan.
Esta corta novela está
ambientada en un lugar no determinado, pero que bien puede ser algunos de los
muchos parajes desérticos y áridos de Extremadura o Andalucía, pero siempre en
el sur y en ambientes rurales y depauperados. Tampoco es fácil decir en qué
momento transcurre la acción, pero podíamos situarla a mediados del siglo XX.
No sé sabe porqué un niño
pequeño decide fugarse de su casa y de su pueblo, pero nos le encontramos desde
el primer momento, aterrado, huyendo, pero decidido a lo que sea con tal de no
volver a los espacios familiares. En la huida se topa con un cabrero que se va
a convertir en su compañero. Al principio no se fía de él, pero en la huida
aparece el temible alguacil, cuando el niño está ausente, y propina una
soberana paliza al cabrero que le deja al borde de la muerte. Ya están
definitivamente unidos.
Lo impresionante de la
novela es que siendo la acción mínima, sin embargo, tiene un ritmo tremendo y
el mismo paisaje, inhóspito y violento, contribuye a mantenernos en tensión;
hay poco relato, pero mucha sugerencia y evocación. Los mismos personajes están
en una nebulosa: el niño es frágil, el cabrero es enigmático; la relación entre
ambos es muy especial ya que el niño desconfía y el cabrero no parece
interesarse a fondo por el niño. Los dos se aceptan y los dos aceptan un
destino tremendo, que no solo es el de la huida, sino la sequía, la falta de
alimentos, la enfermedad, la ineptitud del niño. Y el lector no sabrá hasta el
final el porqué de todo, aunque haya ido descubriendo la defensa cerrada de la
dignidad de las personas por muy débiles y marginales que sean.
El autor en una
entrevista nos habla de sus influencias: algunas novelas de Delibes (como Las
ratas) para el escenario, la sobriedad narrativa del mexicano Juan Rulfo, la
desnuda violencia de las novelas de Cormac McCarthy y hasta el imaginario del
mundo de las películas de Hollywood, que le lleva a calificar la novela como un
posible western español.
La escritura es sobria,
esencial, en algunos momentos casi poética, y aunque tiene algunos bajones,
donde opta por un estilo más rebuscado y barroco, el conjunto es óptimo. Sin
duda una buena novela y una buena elección.
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