Samuel Bjork
Suma de Letras, Barcelona, 2014, Págs.550. TO. Det henger en
engel alene i skogen, Trad. Martín Simonson
Un autor noruego desconocido para el público español,
cantante, artista que ha expuesto en varias galerías de arte contemporáneo,
autor de obras de teatro y de dos novelas anteriores: Pepsi Love (2001) y Speed
for breakfast (2009), se presenta con esta novela policiaca editada ya en 20
países y que ha sido uno de los libros más vendidos en su país.
La novela es típica del género policiaco escandinavo y, con
todos los ingredientes que le han singularizado: conductas psicópatas extremas,
familias rotas y uniparentales, desorientación religiosa y sectas, personajes
solitarios y sin esperanza, sociedad vagabunda de valores, alcoholismo y sexo. Y
todos estos rasgos pueden dar origen a historias verdaderamente espeluznantes,
llenas de morbo y que bien contadas pueden dar lugar a novelas buenas del
género y, esto es lo que pasa con “Viajo sola”. Ahora bien, atentos a los amantes
del género, es novela policiaca, pero sobre todo en el fondo es una novela
nórdica sociológica.
El
modo de narrar es muy lineal, facilitándose así la lectura. En los primeros
capítulos van apareciendo personajes con una breve descripción significativa.
Los principales son Holger Munch, inspector de la Unidad de Operaciones
Especiales de Oslo, jefe de la inspectora Mía Kruger. Los dos protagonizaron un
caso peculiar que acabó mal y fueron apartados de toda actividad policiaca,
Holger en una comisaría de poca monta y Mía totalmente fuera. El caso de Mía es
patético: ya ha programado su suicidio en una solitaria isla en la que vive
apartada, sumida en las pastillas y en el alcohol. Del resto de personajes
destaca un informático, un cerebro, que será definitivo para la resolución del
caso.
Toda
Noruega está en vilo ya que ha aparecido una niña de seis años, colgada de un
árbol y vestida de forma grotesca y con un cartel que da nombre a la novela:
Viajo sola. Para resolver el caso tienen que recurrir a Munch que a su vez, una
vez aceptado, acudirá a Mía y restablecerán todo el equipo primitivo.
La
historia se va desplegando con pequeños datos, insignificantes, datos
colaterales aparentemente sin sentido, como el de la Iglesia de Matusalén, una
secta claramente perniciosa, pero que luego ayudarán, al ensamblarse entre
ellos, a resolver una sencilla trama, engañosamente compleja. Está muy bien
descrito el método policiaco: al principio, no se tiene nada, todo son datos
sueltos, pero poco a poco van colocándose en su sitio y esto no es por
casualidad sino porque cada vez el investigador va profundizando en la realidad
del asesino. Lo valioso es presentar todos esos pequeños momentos con calma y
preparando lo que, con toda lógica, será la explosión final cuando se van atando
los cabos sin sentido, que llevan al asesino. Es muy interesante la forma de
trabajo mental de Mía y su gran capacidad de análisis.
El
ritmo es excelente y en su conjunto es una buena novela, aunque el caso sea
tremendamente desagradable y solo concebible en una mente profundamente
enferma.
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