viernes, 2 de octubre de 2015

Viajo Sola


Samuel Bjork
Suma de Letras, Barcelona, 2014, Págs.550. TO. Det henger en engel alene i skogen, Trad. Martín Simonson


Un autor noruego desconocido para el público español, cantante, artista que ha expuesto en varias galerías de arte contemporáneo, autor de obras de teatro y de dos novelas anteriores: Pepsi Love (2001) y Speed for breakfast (2009), se presenta con esta novela policiaca editada ya en 20 países y que ha sido uno de los libros más vendidos en su país.

La novela es típica del género policiaco escandinavo y, con todos los ingredientes que le han singularizado: conductas psicópatas extremas, familias rotas y uniparentales, desorientación religiosa y sectas, personajes solitarios y sin esperanza, sociedad vagabunda de valores, alcoholismo y sexo. Y todos estos rasgos pueden dar origen a historias verdaderamente espeluznantes, llenas de morbo y que bien contadas pueden dar lugar a novelas buenas del género y, esto es lo que pasa con “Viajo sola”. Ahora bien, atentos a los amantes del género, es novela policiaca, pero sobre todo en el fondo es una novela nórdica sociológica.

El modo de narrar es muy lineal, facilitándose así la lectura. En los primeros capítulos van apareciendo personajes con una breve descripción significativa. Los principales son Holger Munch, inspector de la Unidad de Operaciones Especiales de Oslo, jefe de la inspectora Mía Kruger. Los dos protagonizaron un caso peculiar que acabó mal y fueron apartados de toda actividad policiaca, Holger en una comisaría de poca monta y Mía totalmente fuera. El caso de Mía es patético: ya ha programado su suicidio en una solitaria isla en la que vive apartada, sumida en las pastillas y en el alcohol. Del resto de personajes destaca un informático, un cerebro, que será definitivo para la resolución del caso.

Toda Noruega está en vilo ya que ha aparecido una niña de seis años, colgada de un árbol y vestida de forma grotesca y con un cartel que da nombre a la novela: Viajo sola. Para resolver el caso tienen que recurrir a Munch que a su vez, una vez aceptado, acudirá a Mía y restablecerán todo el equipo primitivo.

La historia se va desplegando con pequeños datos, insignificantes, datos colaterales aparentemente sin sentido, como el de la Iglesia de Matusalén, una secta claramente perniciosa, pero que luego ayudarán, al ensamblarse entre ellos, a resolver una sencilla trama, engañosamente compleja. Está muy bien descrito el método policiaco: al principio, no se tiene nada, todo son datos sueltos, pero poco a poco van colocándose en su sitio y esto no es por casualidad sino porque cada vez el investigador va profundizando en la realidad del asesino. Lo valioso es presentar todos esos pequeños momentos con calma y preparando lo que, con toda lógica, será la explosión final cuando se van atando los cabos sin sentido, que llevan al asesino. Es muy interesante la forma de trabajo mental de Mía y su gran capacidad de análisis.

El ritmo es excelente y en su conjunto es una buena novela, aunque el caso sea tremendamente desagradable y solo concebible en una mente profundamente enferma.


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