Tsruyá Shalev
Las ruinas del amor
Galaxia Gutenberg/ Círculo de Lectores. Barcelona 2010
596 págs. 24 € T.o.: Late family
Traducción: Ana Mª Bejarano
Truyá Shalev (Kinneret 1959), pertenece a un grupo
de escritores israelitas que se han desmarcado de la línea sionista y política
común de la literatura judía, aunque sin abandonar sus raíces. Sus obras se
aprovechan de la geografía, la historia y la literatura bíblica, salpicándolas
de referencias a las fiestas, los lugares y a la Biblia, pero dándoles un sabor
propio. Por los temas sobre los que escriben y sus planteamientos están más
próximos a la literatura europea que a la literatura sionista.
T. Shalev (no confundir con Meir Shalev, Mahalal
1948) tiene una formación literaria profunda que proviene de su mismo ambiente
familiar. Es esencialmente poetisa y se refleja en los pasajes de gran lirismo
que se encuentran en todas sus novelas hay. Su mirada es siempre profunda y
aguda, penetrando en las cosas, las situaciones y sobre todo en la persona y
sus sentimientos.
Las
Ruinas del Amor es la tercera novela
de lo que podríamos considerar un ciclo sobre el amor en la pareja, comenzado
en 1997 con Vida amorosa, continuado
con Marido y Mujer en 2002 y ahora finalizado
con Las ruinas del amor (2010). La
primera es la historia del matrimonio entre un sexagenario déspota y cínico y la
joven hija de un amigo suyo, en la que los sentimientos de dominio y sumisión
son examinados en detalle. El segundo –Marido
y Mujer- describe la convivencia de una pareja en situación psicológica extrema,
ya que el miedo a que desaparezca el amor entre ellos les lleva a situaciones patológicas.
Estas dos novelas ya comienzan a plantear el fondo de la tercera, la extinción
del sentimiento amoroso: si el amor desaparece, si lo que se creía una gozosa
vida fundamentada en la atracción ya no es tan evidente, si supuestamente la
libertad personal se ve limitada, ¿por qué seguir unidos?
Así se entra en el tema de Las Ruinas del Amor. El
título es sugestivo y se puede entender desde muchos enfoques: son las ruinas
de lo que parecía un amor eterno, pero viciado desde el principio porque no
había auténtica entrega y se iba desmoronando poco a poco; son ruinas humanas
ya que los personajes pierden la alegría, la fuerza que tenían en la vida familiar
y personal, el complemento que les permitía vivir con seguridad. Son ruinas del
amor, en el caso de los hijos que sufren la separación y que son los más
profundamente heridos.
Los pasajes describiendo las conductas alteradas de
los niños, sus temores, sus sufrimientos y sus reacciones ante el divorcio de
los padres, frecuentes a lo largo de la novela, están muy bien elaborados.
Abundan frases contundentes alertando de lo terrible del divorcio: “separarse
es uno de los peores traumas por los que se puede pasar, es tan grave como un
duelo pero sin legitimación (pág. 196) y señalando insistentemente que no hay
marcha atrás, agudizándose la angustia de la situación.
Toda la historia está contada desde el mundo
interior de la protagonista, Ela, y desde ella hablan los diversos personajes,
conviviendo monólogos, con descripción de sentimientos y con diálogos bien
montados. No se sabe bien qué da origen al divorcio; los dos protagonistas son
arqueólogos, comparten trabajos y la admiración de ella por él fue el inicio
del idilio; sí quiere la autora recalcar la existencia de un padre exigente,
que tiene a la madre casi esclavizada y que no supo nada más que engendrar
miedos en la familia, como posible causa de la situación afectiva de Ela.
Después de la separación y el ansia de iniciar una
nueva vida se va pasando por los diversos estados interiores de los
protagonistas, los intentos de retomar la relación, la confrontación con otros
matrimonios y por último el establecimiento de una nueva relación que a los
pocos días es tan insatisfactoria como la primera. El final queda totalmente
abierto.
Se ha escrito una buena novela, tremendamente
densa y larga, pero muy escrita y que sabe retener al lector hasta el final.
Solo pondría una pega: hay una ausencia total de valores trascendentes.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar