Lorenzo
Silva
Destino,
Ancora y Delfín, Barcelona 2017. Págs. 494 incluídos créditos y bibliografía.
No
es la primera vez que Lorenzo Silva (Madrid 1966) explora la guerra civil
española y el relato histórico. En esta ocasión se centra en un general de la
Guardia civil, José Aranguren, con el que siente emotivamente muy unido a
través de sus dos abuelos y la admiración y simpatía que tiene por la Guardia civil.
Pretende
ser objetivo, pero basta repasar la bibliografía consultada y la manera de
tratar y juzgar a los personajes de uno y otro bando para comprobar que el
tratamiento es muy desigual y no puede ocultar su querencia por el bando
republicano. Bastaría que citara algunos textos del ignorado por unos y otros,
Chaves Nogales, al que recurre en varios momentos, para que la balanza no se
inclinara de forma tan desigual. El mismo, al presentar el libro en varias
ciudades ha explicado que ha construido la novela a partir de documentos y
evidencias históricas facilitadas en su mayor medida por los familiares del
general. No se puede hacer un relato de este tipo sin acudir solo a un tipo de
fuentes, ignorando las del bando contrario.
Dada
la importancia que tuvieron los acontecimientos de la guerra de Marruecos en la
que los principales personajes estuvieron presentes, dedica una buena parte del
libro a las batallas que allí se desarrollaron y como intervinieron cada uno de
los que luego van a aparecer en la España en guerra. Es una parte muy extensa y
escrita de un modo ameno, aunque al recurrir a transcribir directamente alguna
fuente se puede hacer un poco pesada y el lector puede quedar abrumado por la relativa
consistencia que tiene para el estudio biográfico del personaje.
Otro
tanto de los mismo ocurre para describir la situación de España durante la
Republica y de los diversos gobiernos que se fueron sucediendo y la larga lista
de políticos y ministros que en tan poco tiempo fueron efímeros protagonistas.
La
parte fundamental, pero no la más extensa, se desarrolla en los días del 18 y
19 de julio y siguientes, de 1936 en Barcelona donde en ese momento estaba
destinado Aranguren y, mas tarde, en Valencia. En general, aunque cita los
detalles de varios de los momentos más trágicos de esos días y no descuida dar
noticias de otros lugares de España, se centra sobre todo en Barcelona.
Para
Silva hay unos acontecimientos que no son opinables: Aranguren y los militares
republicanos fueron los auténticos héroes ya que fueron los que obedecieron a
los que tenían el poder, prescindiendo del modo en que gobernaban, mientras que
los del bando contrario eran unos sediciosos y traidores por no seguir a los
gobernantes. Para él, al frente de los amotinados, acabo estando un militar mediocre,
Franco, que accedió al mando después de muchos titubeos y cuando vio que la
situación era segura para él. Militarmente le juzga con una dureza extrema,
considera que sus maniobras fueron nefastas y que Franco y los suyos, solo
ganaron la guerra por la ayuda definitiva y absoluta de los fascistas italianos
y alemanes. Entre otras cosas, ignora las ayudas que los republicanos tuvieron
de otras potencias mundiales y avanza la hipótesis que da como cierta que si la
guerra europea se hubiera adelantado no habrían ganado la guerra los
sediciosos.
La
apología de la Guardia Civil es absoluta y lo mismo de los Generales Aranguren
y Escobar, reconociendo todas sus virtudes que, de ningún modo hay que
negarles, aunque con Escobar, dada su fe católica profunda, es menos claro,
dejándose llevar por su escepticismo religioso. Con el enemigo no se permite el
más mínimo elogio y sobre todo con el General Franco al que trata con una
dureza radical: es capaz de justificar los actos de vandalismo y venganza
absoluta de otros como los anarquistas, pero nunca con los que se han levantado
en armas.
El
proceso de Aranguren lo presenta como un acto de injusticia total, coronándolo
con el comportamiento inhumano, cruel y sádico de Franco al no concederle el
indulto.
Silva
quiso hacer una novela, pero no lo ha conseguido, es un libro histórico, aunque
no escrito por un historiador imparcial y objetivo y por tanto, se lee con
recelo al señalar al lector desde un primer momento y con tanta fuerza, quienes
son los buenos y los malos.
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