lunes, 15 de enero de 2018

La Figurante

A. B. Yehoshua
Duomo Nefelibata, Barcelona, 2107. Págs. 343. TO. Nitzevet. Trad. Isabel Marín

Abraham B. Yehoshua (Jerusalén 10136) es uno de los grandes escritores de la literatura israelí actual, sus planteamientos pacifistas amplios y su deseo de convivencia con los palestinos y el establecimiento de dos Estados le han hecho cosechar grandes éxitos fuera de su país. Junto a esto hay que destacar su prosa agradable, pulcra y su capacidad para recrear situaciones y personajes del Israel actual que le hacen distinguirse de otros autores más centrados en el tema de la Independencia y la Fundación del Estado y de las consecuencias del Holocausto. Su producción literaria es extensa y títulos como Una mujer en Jerusalén, Un divorcio tardío, o la más reciente de El Señor Mani ya son conocidos en muchos lugares por sus numerosas traducciones.

La figurante tiene un argumento original. Es la historia de Noga (Venus) que toca el arpa en una orquesta holandesa, pero que es reclamada por su hermano Honi para que se traslade a Jerusalén a la casa de su madre viuda, mientras ésta pasa un periodo de prueba de tres meses en una residencia para ancianos en Tel Aviv y así no perder la casa. El hermano lo hace con toda la buena voluntad del mundo ya que él vive en Tel Aviv y podrá cuidar mejor de su madre. Noga accede, pero está convencida de que su madre no va a trasladarse definitivamente fuera de Jerusalén.

El título de la novela viene dado porque su hermano le proporciona un trabajo de extra (figurante) para poder sacarse algún dinero y tener el tiempo ocupado. Y ese trabajo le va a servir, entre otras cosas para conocerse mejor.

Noga es una mujer profundamente egoísta, que se divorció por su negativa a tener hijos y que desprecia a las personas, sobre todo a sus vecinos que son judíos ortodoxos y viven extremadamente su religión. Esto plantea una de las temáticas laterales del relato, pero que también es interesante y nos permite conocer algo más de la estructura social de Israel, donde se enfrenta un sector muy numeroso, llamado laico (más bien ateo) con otro religioso extremo. En la novela contrasta la actitud beligerante de Noga (laica) con sus vecinos (religiosos) y la de su madre de aceptación y de convivencia perfecta.

Para Noga volver a su infancia y años jóvenes (su ciudad, su barrio, su casa), sin tener ninguna obligación, es un momento de replanteamientos vitales y de enfrentarse de una forma adulta a la vida, sus rencores, sus miedos y las heridas en los sentimientos que se van abriendo en todos los hombres a través de la vida y que hay que aprender a cerrar. Las acusaciones llenas de cariño, que se le van haciendo a través de la madre le llevan a verse de otra manera.

Y aquí está otra de las grandes virtudes del libro las relaciones madre-hija donde se quiere entrar en el alma femenina que Noga desconoce y que su madre le irá descubriendo.


Como todas las novelas de Yehoshua trascurre con calma, sin sobresaltos. La acción no es nunca predecible y siempre conduce al lector que la sigue dócilmente.

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