Maurizio de Giovanni
Lumen, Barcelona, 2013, Págs. 396,
TO: Il giorno dei morti. L´autunno del commissario Ricciardi, Trad. Celia
Filipetto
Cuarta y última entrega de la serie
de las cuatro estaciones del Comisario Ricciardi. Seguimos en Nápoles, esta vez
en la víspera del 1 de noviembre, en pleno otoño: la luminosa y soleada ciudad
está ahora cubierta de nubes permanentemente, oscura y la lluvia es la
compañera de Ricciardi y del lector.
Cada estación tiene un tipo de
crimen adecuado al momento y, ahora, estamos en una estación sumamente
desventurada, y ¿hay algo más triste que el cadáver de un niño en unas
escaleras bajo la lluvia y solo acompañado por un perro callejero? Es el delito
que pide una estación así.
La calidad del autor es patente a la
hora de transmitir tanto la sensación que produce el tiempo atmosférico, como
el dolor en el alma del comisario. Di Giovanni sabe penetrar en los personajes,
en su interior, en sus sentimientos más íntimos. Cada uno se caracteriza a sí
mismo, con sus reacciones con sus gestos, delineando muy bien cada persona. Los
personaje secundarios también están bien estudiados.
En esta ocasión hay un desarrollo
más explícito de los sentimientos amorosos del comisario. Dos mujeres que le
quieren: una con poder y que hace todo lo que está en sus manos y más para atraerle
hacia ella, otra, Enrica, desde una perspectiva más sencilla y humilde, pero
también con resolución sabe ganar terreno. Por otro lado el Comisario que está
enamorado de Enrica, pero que trata con generosidad y nobleza a la poderosa.
Y luego la historia. Una historia
del Nápoles de la pobreza de los años 30 del siglo pasado, de la mezquindad
humana que abarca a todos los estratos, del politiqueo, de la locura. Una
historia sencilla, pero que todo se complica porque el Duce va a visitar
Nápoles y los superiores del Comisario lo único que desean es tranquilidad para
poder preparar todo bien y cumplir su misión política. Ricciardi lo resuelve
tomándose unas vacaciones y resolviendo el caso extraoficialmente, aunque
Maione, su ayudante, hará el trabajo sucio. Investigando acaba en una parroquia
donde el niño era acogido y allí se entera de su nombre y sus actividades y de como
es el protegido de una rica dama, la viuda Vezzi, que acompañada por otra señora
de la buena sociedad, da clases a los niños
Una historia que no acaba de
desvelarse en sus detalles más pequeños hasta el final y que hunde sus raíces
en la profunda maldad del corazón humano y las consecuencias de las decisiones
equivocadas y de las que se habría podido salir con fortaleza y valentía.
Ricciardi que, en esta ocasión, ha perdido su extraña capacidad de ver y oír a
los muertos, en un momento dado, lo recobrara pudiendo unir todos los cabos que
había reunido pero que no lograba atar para resolver el caso.
Y con esta novela se confirma lo que
ya se hizo patente en las anteriores: estamos ante un buen escritor, con
planteamientos originales y que ha sabido dar a sus novelas un carácter
personal inconfundible
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