sábado, 2 de febrero de 2013

El rostro de Gógol



Kjell Johansson
Nórdicalibros. Madrid (2010) 374 págs. 21,95 €. T.o: Gogols Ansikte. Traducción: Carmen Montes Cano.

Kjell Johansson (Estocolmo 1941) rompe con la reciente moda de escritores suecos de novela negra y nos entrega una “autobiografía” del genio de la literatura rusa Gógol.
El primer valor de esta biografía novelada es que realmente parece escrita por el mismo biografiado; Johansson se ha introducido tan a fondo en la literatura rusa y se ha identificado con el personaje de tal modo, que al escribir ha logrado un mimetismo literario a lo largo de todo el relato. Ha sabido reflejar esmeradamente todo el rico, inquieto y atormentado mundo interior de Gógol: la constante duda que lleva pareja la indecisión agobiante, la lucha por la verdad siempre acechada por la mentira, la lealtad y amor hacia los amigos y las traiciones y olvidos, las inquietudes sociales y políticas en la Rusia zarista y el silencio prudente que hay que mantener, el saberse buen escritor y el dolor ante la incomprensión, la hipocondria angustiosa y ridícula que le acompaña toda la vida y la inquietud que genera y todo acompañado de un místicismo y amor mal entendido y temeroso a Dios, inculcado por su madre y que se va agravando con el paso de los años hasta su muerte acompañada de locura. El lector percibe que está ante una narración genuinamente rusa y se ve obligado a comprobar, en más de una ocasión, que es una obra de creación reciente.
            Pero  no se queda ahí la novela, también nos ofrece la historia de la gestación de la mayoría de las obras de Gógol, su motivación y la reacción a ellas en la sociedad de entonces. Todos los escritores importantes de la época van desfilando, principalmente su admirado Pushkin, que le sugiere el argumento de Las almas muertas y que tuvo tanta importancia para su vida literaria. En la última parte de su vida ya dominado por la locura dominará la amistad con Tolstoi. También aparecen, pero sin entrar en detalles Dostoiesky y Turgenief.
            Johansson en el postfacio, aclara que esta novela es la última de su trilogía sobre seres asustados y solos y esta indicación es una clave para poder entender los pasajes en los que los sueños, la imaginación y la realidad se funden en momentos terroríficos y desconcertantes, donde queda al descubierto el alma sufriente de Gógol. Son momentos magistrales enlazados simbólicamente a través del personaje del herrero y su obra pictórica que recorre toda la novela desde la infancia hasta la muerte del protagonista.
            Por último, a lo largo del texto se intercalan algunos cuentos, muy rusos, que adoban el relato y ayudan a darle soltura. Esta llena de consideraciones profundas sobre la vida, el amor, la libertad, la familia que le dan profundidad.
            La novela es densa, la narración se va abigarrando según se avanza y los últimos capítulos donde predomina el mundo interior del escritor y donde es difícil distinguir la realidad del sueño pueden hacerse un poco tediosos, pero sin duda es una novela que merece leerse para tener un conocimiento más exacto de Gógol.

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