jueves, 14 de febrero de 2013

La Señal y otros relatos

Vsèvolod Garshin
Contraseña Editorial, Zaragoza (2010), 250 págs. Traducción: Sara Gutiérrez. Prólogo de José Carlos Mainer

Vsèvolod Garshin es un gran maestro y muy poco conocido del relato breve. Nacido en Ucrania, con una corta vida y un fin trágico ya que se suicidó a los 33 años.
Su intervención en la guerra ruso turca dejó en él profundas huellas que se reflejaron en muchos de sus relatos. En esta selección se incluyen algunos como “Cuatro días” que es la sobrecogedora historia de un soldado que después de matar a un turco, es herido y abandonado y tiene que pasar cuatro días sin moverse junto al cadáver de su enemigo. Su visión de la guerra, de la persona, del mundo y de la existencia se depura en el monólogo que desarrolla en esos días hasta que es encontrado.
El cuento que cierra la recopilación, La Señal, y que da título al libro es una historia, también con fondo de guerra, ya que el protagonista es un antiguo soldado, de la honradez y conciencia de un hombre de bien, frente a un compañero resentido, egoísta, cruel y despiadado. Un escrito colosal y conmovedor.
La Flor roja es el tercer cuento que se puede resaltar. Fue dedicada por el autor a Turgeniev y se centra en un enfermo psiquiátrico y sus alucinaciones producidas por tres flores rojas plantadas en el centro del hospital donde es recluido. Es un relato magistral en que el autor refleja sus propias experiencias ya que él mismo estuvo internado en un centro de estas características y donde lleva el relato fantástico a un nivel superior.
El resto de los cuentos (en total, nueve) son representativos de la breve obra de Garshin (una veintena de relatos) y muy característicos del alma rusa: el amor, la indecisión, la muerte y el suicidio, la impasibilidad, etc, que están extraordinariamente escritos, reflejando la compasión, la piedad, la comprensión de un espíritu abierto, pero atormentado. Todos ellos son duros, solo mitigados por la excelente pluma de su autor; él mismo confesó en una carta a un amigo: “He escrito sinceramente, sin disfrazar nada, y he puesto sobre el papel las cosas que realmente han angustiado mi alma”.
La introducción del libro es muy valiosa, sobre todo para quien conozca poco a Grashin y la época dorada de la literatura rusa del XIX. Es una selección culta y excelente.

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