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Editorial, Zaragoza (2010), 250 págs. Traducción: Sara Gutiérrez. Prólogo de
José Carlos Mainer
Vsèvolod Garshin es un
gran maestro y muy poco conocido del relato breve. Nacido en Ucrania, con una corta
vida y un fin trágico ya que se suicidó a los 33 años.
Su intervención en la
guerra ruso turca dejó en él profundas huellas que se reflejaron en muchos de
sus relatos. En esta selección se incluyen algunos como “Cuatro días” que es la
sobrecogedora historia de un soldado que después de matar a un turco, es herido
y abandonado y tiene que pasar cuatro días sin moverse junto al cadáver de su
enemigo. Su visión de la guerra, de la persona, del mundo y de la existencia se
depura en el monólogo que desarrolla en esos días hasta que es encontrado.
El cuento que cierra la
recopilación, La Señal, y que da título al libro es una historia, también con
fondo de guerra, ya que el protagonista es un antiguo soldado, de la honradez y
conciencia de un hombre de bien, frente a un compañero resentido, egoísta,
cruel y despiadado. Un escrito colosal y conmovedor.
La Flor roja es el tercer
cuento que se puede resaltar. Fue dedicada por el autor a Turgeniev y se centra
en un enfermo psiquiátrico y sus alucinaciones producidas por tres flores rojas
plantadas en el centro del hospital donde es recluido. Es un relato magistral
en que el autor refleja sus propias experiencias ya que él mismo estuvo
internado en un centro de estas características y donde lleva el relato
fantástico a un nivel superior.
El resto de los cuentos (en
total, nueve) son representativos de la breve obra de Garshin (una veintena de
relatos) y muy característicos del alma rusa: el amor, la indecisión, la muerte
y el suicidio, la impasibilidad, etc, que están extraordinariamente escritos,
reflejando la compasión, la piedad, la comprensión de un espíritu abierto, pero
atormentado. Todos ellos son duros, solo mitigados por la excelente pluma de su
autor; él mismo confesó en una carta a un amigo: “He escrito sinceramente, sin disfrazar nada, y he puesto
sobre el papel las cosas que realmente han angustiado mi alma”.
La introducción del libro
es muy valiosa, sobre todo para quien conozca poco a Grashin y la época dorada
de la literatura rusa del XIX. Es una selección culta y excelente.
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